miércoles, 3 de octubre de 2007

En la cama


La pensión era una casa antigua. Una construcción más tirada a suerte de puntería en uno de los cerros de Valparaíso. Mi pieza quedaba al lado de la de los dueños, una pareja de avanzada edad. Eran del tipo que deja todo con llave, incluso la despensa donde está el papel sanitario. Me desperté en la madrugada a causa de un frenético crujido proveniente de la habitación vecina. Me acerqué a la pared para escuchar mejor. Un gemido raspado antecedía cada rechinido de la cama. Al poco tiempo, un aullido ronco –que más bien brotaba por motivo de un golpe en el estómago que por placer- daba término al acto y por suerte al bombardeo de imágenes que pasaban por mi mente.

Mañana siguiente.

Entro a la cocina a buscar una taza de café. La veterana solloza gibada mientras hacía un par de huevos. Su esposo, rodeado de una fumarola gris proveniente de su pipa, la mira altaneramente.