sábado, 9 de agosto de 2008

Locura

Y aquí me tienes, vomitando sangre.

Olor a putrefacción, durante días…noches, segundos, horas….

Recuerdo el calor de tu pecho ¡¿ Para que ?! Si me ahora me escupes ácido.

Volver a la frialdad de una estatua de marfil ¿Pero cómo? si ya hiciste que la sangre corriera por estas viejas cañerías de hierro corroído, impulsada por esa armatoste que llaman corazón.

¿Qué pretendes? ¡Estúpida arrogancia la mía! Masoquismo demoníaco que no me deja separarme de tus agujas.

Convulsiono millones de veces en una milésima de segundo.

Mi alma está vendada, cayó en letargo, fue drogada, torturada, extorsionada…

Juega en un sueño eterno…


Locura

Duendes urbanos

A veces todos se ven pequeñitos. Aquellas deformes y minúsculas figuritas se mueven rápido. Es perturbarte. Dan ganas de pisarlas, de apretar stop para que se detengan de una vez por todas. Caminan por las veredas, en la madrugada de los fríos en inviernos. Ahí entre la luz mortecina y la neblina, se ven aún más amenazantes. Pasan entre los árboles a velocidad impresionante.

Un pájaro vuela frente a mi ventana, va en cámara lenta.

La figurilla humana se pierde de mi vista. ¡Espera! ahí está nuevamente. Esta vez se acerca a una reja. Parece detenerse, pero sigue moviendo hiperquinética sus brazos. Deseo detenerla y romperla en miles de pedacitos, no soporto su apresurada actitud.

Parpadeo lentamente. A mí alrededor todo es calmo, o al menos así lo parece. La figurilla de la calle desaparece. Todo está tranquilo, dormido, muerto.

miércoles, 3 de octubre de 2007

En la cama


La pensión era una casa antigua. Una construcción más tirada a suerte de puntería en uno de los cerros de Valparaíso. Mi pieza quedaba al lado de la de los dueños, una pareja de avanzada edad. Eran del tipo que deja todo con llave, incluso la despensa donde está el papel sanitario. Me desperté en la madrugada a causa de un frenético crujido proveniente de la habitación vecina. Me acerqué a la pared para escuchar mejor. Un gemido raspado antecedía cada rechinido de la cama. Al poco tiempo, un aullido ronco –que más bien brotaba por motivo de un golpe en el estómago que por placer- daba término al acto y por suerte al bombardeo de imágenes que pasaban por mi mente.

Mañana siguiente.

Entro a la cocina a buscar una taza de café. La veterana solloza gibada mientras hacía un par de huevos. Su esposo, rodeado de una fumarola gris proveniente de su pipa, la mira altaneramente.

martes, 11 de septiembre de 2007

Añoranza



Sueños que se confunden con la realidad, o viceversa. Hoy recordé juegos infantiles que permanecían escondidos. ¿Será la tímida luz del invierno? Nostalgia en mis manos.



¿Por qué temo? Descubrí que el miedo crece con los años. ¿Será por que la muerte está cada vez más cerca? Y a pesar que todo se veía más grande, saltaba desde el abismo intentando volar. Que graciosas las expresiones de aquellos que no notaban mi pequeña presencia. Las fantasías cubrían la realidad con un velo cálido, con una sutil luz. Quiero volver a esconderme en mi caja de cartón, esa que botó mi madre unas semanas después. Recostarme en mi cama y dejar colgando mi cabeza hasta sentirla hinchada de sangre. Comprar discos de vinilo y porotitos de dulce multicolor. Atrapar un pájaro que me picotee los dedos, alimentarlo y dejarlo ir. Retar a mis vecinos cuando se suban al árbol frente a mi ventana. Quiero mi “matacucos” amarillo y las calcomanías de ángeles que pegaba en mis muebles.

domingo, 3 de junio de 2007

Ante Voz



-Ante vos ¡Oh, Padre! Me confieso.-
- (Tinta roja)- eco apagado que parece venir de las entrañas de la tierra.
-Que mi sangre redima este pecado infame que me ha invadido durante meses. Las lágrimas ya no son capaces de limpiar estos ojos vulgares. Mi mente pecaminosa es saturada de recuerdos, de visiones. El alma se aferra a la obsesión, y es que hay ciertos sentimientos que nos incitan a hacer cosas que no deberíamos.-
Mira en lo alto el crucifijo de madera, es como si la imagen de Cristo se agrandara poco a poco y la mirara entre castigándola y tentándola a seguir.
-¡No! Ni siquiera le temo al deseo, sino a mí misma.-
La figura famélica se encuentra detrás de la dama de negro velo, aquello que pareció una persona, llena de vida, ahora se retuerce cual gusano en una fosa llena de mierda.
La joven se para y hace la señal de la cruz, retira el velo de sus rubios cabellos angelicales. Da un inusitado suspiro entre cortado. Los dedos fríos semiverdosos han tocado sus pies descalzos y se empeñan en escalar por sus piernas. Estática, apenas respirando, cae en una mezcla de éxtasis y desagrado. Siente como aquel rastrojo humano se empeña en robarle un poco de calor, como actúa a modo de parásito. El manto negro cae ligeramente al suelo.
La chiquilla se aleja poco a poco, se agacha y le sonríe. Los ojos del usurpador la miran desorbitados.
-Pequeño…- le susurra tiernamente. Extiende su mano de porcelana, casi tocándolo. El tipo quien no debe de tener más de 24 años, se estira desesperado para poder sentirla, la saliva cae con hilos de sangre de su boca y apenas balbucea unos sonidos.
Se para violentamente y le escupe, el cuerpo insultado vuelve a retorcerse frenético en el suelo. Mientras, ella camina a su alrededor sonriendo, excitada ante la aberración que presencia.
Suena el timbre del departamento, deja solo al hombre agonizante en el piso de la habitación y se dirige a la puerta. Abre rápidamente los tres picaportes que la aseguran del resto del mundo.
-Señorita Magdalena, buenos días…El señor que vino a verla la noche pasada dejó el auto mal estacionado-
El conserje es un anciano de unos setenta años, de mirada perdida bajo arrugas y voz raspada por el tabaco.
-Mmm…lo siento mucho, pero justo se estaba quedando dormido. Luego yo moveré el auto, no se preocupe- le sonríe tranquila y cierra la puerta.
Se acerca a la ventana del living y prende un cigarrillo, luego va a la cocina y se pone unos guantes de limpieza. Al pasar por fuera de la habitación ve al tipo reptando en dirección a la salida.
-Gabriel, no entiendo por qué te desesperas ahora. ¿No recuerdas aquella vez en que me dijiste que si yo no era tuya, no era de nadie? Pues, aquí me tienes. Tranquilo, te prepararé un baño-
Camina por el pasillo hasta que sus pies descalzos tocan las baldosas del pequeño cuarto. Se detiene junto al espejo y tira unas bocanadas de humo mientras se arregla el cabello. Corre las cortinas de baño y mira con deleite la tina llena de hielo. Sobre la tapa del inodoro se encuentra encima de una bandeja planteada una tijera, una cuchara, cuchillo, tenedor, hilo de bordar y agujas.
-Vamos amor, me tendrás que ayudar- lo tira tomándolo por las manos. Queda un hilo de sangre y fluidos por el pasillo, Gabriel apenas arrastrándose con la ayuda de Magdalena logra llegar al borde de la tina.
-No me dejes por favor. Ésas fueron tus últimas palabras cuando me contaste de tu enfermedad. ¡Compasión!- silencio… ella cubre el cuerpo del hombre con los hielos.
-Pero, yo nada puedo hacer, tú sabes quien es el único que permanece siempre con nosotros- mira el techo blanco y busca el rosario que tiene colgado al cuello, lo aprieta con fuerza.
-Hay que encomendarle tu alma al Señor- una lágrima tibia cae por su mejilla apenas sonrojada. Se levanta con indiferencia y prende otro cigarrillo, se mira al espejo nuevamente y se arregla el demacrado maquillaje, mira sus guantes de limpieza. Se acerca al borde de la tina y mete una pierna para arrastrar el cuerpo de su víctima hasta el fondo, no opone resistencia alguna.
Apaga el cigarrillo en el suelo con el pie que acaba de meter al hielo, arregla su pelo una vez más, se sienta en el borde de la tina intentando descubrir algún movimiento en el fondo de ésta. Se escucha afuera el griterío de los niños. Magdalena toma la bandeja con sus herramientas.
La joven arrodillada, susurrando una plegaria. Arriba, en la pared, el crucifijo. La imagen de Cristo se agranda poco a poco y la mira entre castigándola y tentándola a seguir. Abajo, sobre un mantel blanco, los ojos, labios, orejas, manos y el corazón de Gabriel.

viernes, 1 de junio de 2007

Abriendo la puerta

Tercer blog que me hago y espero no dejarlo botado esta vez.
Es freaky revisar el fotomontaje de mi vida y observar cuánto he cambiado. Seguramente los que me conocen se deben burlar todo el tiempo de eso.
De perna, pasé a metalera goth depresiva y ahora...ahora dicen que soy top freaky popera con dejos de rebeldía pseudo rockera.
Y creo que el cambio aún no termina, que aún no me puedo encontrar. He dejado traumas atrás y obviamente creado nuevos, sólo espero no estar cayendo en un círculo vicioso. La idea es ir creciendo, ¿cierto?

Bueno, dejo de aburrir. Esto es sólo una "bienvenida".
Luego subiré más divagaciones mentales, un par de poemas añejos y algo de actualidad (a ver s aplico algo de lo que me enseñan en la U)

Saludos a todos(as) los que lean.

tschüss

PD/ y guarden la dirección, o cámbienla según corresponda.