sábado, 9 de agosto de 2008

Duendes urbanos

A veces todos se ven pequeñitos. Aquellas deformes y minúsculas figuritas se mueven rápido. Es perturbarte. Dan ganas de pisarlas, de apretar stop para que se detengan de una vez por todas. Caminan por las veredas, en la madrugada de los fríos en inviernos. Ahí entre la luz mortecina y la neblina, se ven aún más amenazantes. Pasan entre los árboles a velocidad impresionante.

Un pájaro vuela frente a mi ventana, va en cámara lenta.

La figurilla humana se pierde de mi vista. ¡Espera! ahí está nuevamente. Esta vez se acerca a una reja. Parece detenerse, pero sigue moviendo hiperquinética sus brazos. Deseo detenerla y romperla en miles de pedacitos, no soporto su apresurada actitud.

Parpadeo lentamente. A mí alrededor todo es calmo, o al menos así lo parece. La figurilla de la calle desaparece. Todo está tranquilo, dormido, muerto.

1 comentario:

Sebastian dijo...

deja adivinar... la vista desde tu pieza de simon bolivar?... me encanta tu asoteeeaaa quiero ir de nuevo :P